lunes, 15 de noviembre de 2010

LOS 2 MIL 190 DÍAS DE FIDEL HERRERA BELTRÁN, RESUMIDOS EN UN INSTANTE.


+¿En qué pensaba el Gobernador al final de su mensaje en el MIX, cuando por un momento
su mirada se fijó en algún punto del recinto y su expresión se tornó taciturna, distante?.

+Quizá en el recuento de los hechos de este sexenio en el que siguió un consejo: “gobierna
siempre como si fuera el último día de tu mandato, construye, desarrolla, muévete, entrégate”.

XALAPA, VER. 15 de Noviembre de 2010.- “Ser Gobernador de Veracruz es lo mejor que me ha pasado en la vida”, dijo Fidel Herrera Beltrán a las 13:15 horas de este lunes 15 de noviembre, a dos semanas de entregar el cargo a su sucesor, quien en primera fila y acompañado de su esposa aplaudía como los cientos de asistentes a quien ha encabezado el esfuerzo de sus paisanos en estos 2 mil 175 días.

Bueno, cuando faltan 15 días para que llegue el momento de la entrega del mando y se cumplan los 2 mil 190 días que gobernó a Veracruz –un día más porque 2008 fue año bisiesto– Fidel Herrera Beltrán quizá diga en qué pensaba cuando las notas del Himno Nacional eran entonadas por la Banda Sinfónica del Gobierno del Estado, porque fue el momento en que su mirada se elevó a alguna parte imprecisa del Museo Interactivo de Xalapa (MIX), la sonrisa se borró de sus labios, y su expresión se tornó taciturna, distante, a años luz de Xalapa, de Veracruz, de México, de este mundo.

Quizá pocos lo captaron, el reportero lo hizo en una de las tres macropantallas que estaban a los lados del escenario –dos– y al frente de la entrada al Museo –una–, y el escribidor también se preguntó: ¿en qué pensará Fidel, qué pasa en este momento por su mente, qué le preocupó, o qué olvidó, o qué reflexión hizo que se reflejó en la expresión seria de su rostro?

Ha pasado mucho agua por el cauce del Papaloapan, allá a un costado de Nopaltepec, desde que un chiquillo, en un triciclo, jugaba a las carreritas con otros amigos suyos: “a ver quién llega más lejos” decía uno de ellos, y Fidel pedaleaba y pedaleaba y pedaleaba porque ya desde entonces tenía una inquietud, conocer más allá de su pueblo, saber qué había más allá del Río de las Mariposas, generoso para dar agua y alimento a los cuenqueños, pero también impetuoso y de paso arrollador cuando la naturaleza así se lo exige.

“La ilusión más grande de mi vida ha sido la de ser Gobernador de Veracruz”, dijo hace años. “Me he preparado durante 30 años para ello”, agregó, y llegó el día en que su sueño se cumplió, y con él una intensa etapa de trabajo, de entrega, de pasión por la tierra que le vio nacer y a la que ha dado su esfuerzo, su entrega, su capacidad en este sexenio.

¿“Y ahora qué sigue” habrá pensado en ese instante Fidel Herrera Beltrán? o quizá ¿por qué no pude hacer más? Chi lo sa, decía Marcelo Mastroianni en La Dolce Vita. Quién lo sabe.

Porque gobernar Veracruz es una experiencia única en la vida, irrepetible, y Fidel lo supo y desde el primer día hizo caso del consejo que le dio Manuel Bartlett Díaz en la fecha que dejó su escaño en el Senado de la República para venir a su tierra a mandar obedeciendo lo que le pidieron los veracruzanos: “gobierna siempre como si fuera el último día de tu mandato; construye, desarrolla, muévete, no tomes vacaciones, entrégate, porque cuando voltees hacia atrás, el gobierno terminó y si tienes obras, planes, programas, cosas que entregar, estarás contento”

Y Bartlett Díaz, ex Secretario de Gobernación, ex Gobernador de Puebla, ex Senador, sonrió desde su asiento y vio a Fidel y le musitó “lo hiciste, misión cumplida”.

Fidel, en medio del aguacero repartiendo despensas en una escuela de Álamo, descalzo, porque con los zapatos resbalaba entre el lodo.

Fidel a caballo encabezando a cientos de jinetes, motivándolos a no dejar su tierra, a cultivarla, entregándoles insumos y recursos para hacerla productiva.

Fidel en bicicleta, en taxi, en avioneta, en camión urbano, en lancha, recorriendo todos y cada uno de los rincones de Veracruz llevando obras, tractores, puentes, insumos para el campo, o con el agua a la cintura recorriendo las calles de Puente Moreno, en Medellín, azotado por “Karl”, o en Paso de Ovejas, La Antigua, Minatitlán, Lerdo de Tejada o Tlacotalpan borradas por la fuerza del Papaloapan, el Tesechoacán, el Coatzacoalcos, desbordados por las descargas de Cerro de Oro y Temazcal, o las lluvias en los altos de Oaxaca y Chiapas, para ayudar a los suyos, para pedirles que evacuaran y fueran a los refugios donde se les atendería como en su casa en tanto cedía la fuerza de la naturaleza.

Fidel frente a la Ciudad Prohibida, en la milenaria Beijing, en la plaza Tian´anmen que en chino simplificado significa Puerta de la Paz Celestial, en la República Popular China, hasta donde viajó para convencer a los dueños de Foton a que se asentaran en Veracruz y aquí ensamblaran sus tractores para apoyar al campo veracruzano, como el 1116 que hoy entregó a la entrada del MIX a Santiago Lara, de la comunidad Palo Miguel, municipio de Rodríguez Clara, y con el cual “sembraré piña y sandía en mi parcela” y también un poco de pasto para alimentar a las pocas reses que tiene pero que para él son su patrimonio más valioso.

Fidel en Abu Dhabi, viendo cómo el mundo entero reconocía a los Voladores de Papantla como Patrimonio Intangible de la Humanidad junto con el tango gardeliano y otras expresiones artísticas de este mundo cada día más pequeño, cada día más convertido en la aldea global que soñó McLuhan décadas atrás.

Fidel en España, donde decenas de jóvenes veracruzanos le acompañaron para agradecerle la oportunidad que les dio con las becas que les permitieron salir de su terruño para irse a preparar al Primer Mundo y regresar a aplicar su conocimiento aquí, a Veracruz, donde ahora viven y trabajan para hacer a este estado más grande y próspero, como Marissa, la joven becaria que le dijo al reportero hace poco “me enamoré de Barcelona gracias a don Fidel, pero no la puedo cambiar por mi Xalapa”.

Fidel levantando basura en la playa para mantenerla limpia y que los turistas y visitantes, más de 12 millones a lo largo de su sexenio, comprobaran que Veracruz ha dejado de ser receptor del turismo “de jícama y horchata” y es ahora sede de congresos, convenciones, espectáculos y toda clase de eventos internacionales de primera magnitud en su magnífico World Trade Center de Boca del Río, con una infraestructura hotelera que ha crecido, fácilmente, diez veces más que hace seis años.

Fidel en Bahía, Brasil, para conseguir inversiones por 4 mil millones de dólares del gigante empresarial Braskem, que se asienta en el sur del estado para dar nuevo impulso a la petroquímica.
Fidel debatiendo en el Congreso del Estado, como buen parlamentario, intercambiando ideas, puntos de vista, demandando más apoyo a los diputados para hacer realidad su vasto programa de obras.

Fidel, acompañado de su inseparable Rosa Margarita –incansable promotora del bienestar de las familias veracruzanas-, apoyando la creación de un Centro de Rehabilitación Integral Teletón (CRIT), pero también impulsando al Centro de Rehabilitación y Educación Especial de Veracruz (Creever) para hacer realidad el apoyo a los discapacitados de todas las edades, con la misma fuerza que también ambos impulsaron De Corazón a Corazón, Recibe el Regalo de la Vista, Sonrisa Fiel, y tantos otros programas que han dado una mejor calidad de vida a cientos de miles de niñas, niños, jóvenes, hombres, mujeres y adultos mayores de Veracruz.

Fidel respetuoso de la prensa, aunque no siempre coincida con sus puntos de vista, pero siguiendo al pie de la letra la clásica sentencia de Voltaire: “puedo no estar de acuerdo con lo que dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”, y es así como la libertad de expresión que hoy tiene Veracruz es, quizá, la más completa que haya existido en todos estos años.

¿En todo eso pensó Fidel en ese instante en que su mirada se elevó a alguna parte imprecisa del Museo Interactivo de Xalapa (MIX), la sonrisa se borró de sus labios, y su expresión se tornó taciturna, distante, a años luz de Xalapa, de Veracruz, de México, de este mundo?

Cuando llegó al MIX a bordo del taxi número económico 1735 y entregó el tractor 1116 de su sexenio, quizá la numeralia cobró importancia en su pensamiento. Mil 135 puentes construidos, 405 millones de desayunos fríos entregados a las niñas y niños de Veracruz –los únicos que han tenido privilegios este sexenio- 143 mil pisos de cemento en igual número de casas de cientos de comunidades indígenas, rurales o de las zonas urbanas de la entidad, más de 700 mil empleos creados, cientos de nuevas aulas en escuelas de todos los niveles educativos para hacer de Veracruz el estado número uno del país en este renglón.

Cifras, datos, apuntes, notas pasaron por su cabeza en esos 53 minutos que habló ante gobernadores, invitados especiales, integrantes de su gabinete, amigos personales, colaboradores, gente de la calle que acudió con mantas y pancartas a agradecerle su apoyo, como las mujeres taxistas o los familiares de los internos del antiguo penal de Allende que separados hoy más que nunca por la distancia, han recibido todo el apoyo, todas las facilidades para estar en contacto con sus familiares bien por cámara web y correo electrónico, o por la visita en autobuses pagados por el Gobierno del Estado.

Claro, también hubo una protesta: la de colonos de Estanzuela, municipio de Emiliano Zapata que dicen que no se ha cumplido con el compromiso de desalojar a los que califican de “invasores” de sus lotes, y la rápida atención del Subsecretario de Gobierno Fernando Sánchez García, que personalmente salió con ellos para arreglar el asunto.

Y sí, dice la sabiduría popular que un buen gobierno pasa muy rápido, y el de Fidel Herrera Beltrán fue un régimen que mucho ayudó a los veracruzanos, y pasó como si apenas hubiera durado unos meses, y no los 2 mil 190 días, 72 meses, que han transcurrido desde aquella soleada mañana del primero de diciembre de 2004 cuando con el “sí, protesto”, se convirtió en el mandatario número 46 de la historia de Veracruz.

Quizá ese fue el pensamiento de Fidel Herrera Beltrán en ese instante en que su mirada se elevó a alguna parte imprecisa del Museo Interactivo de Xalapa (MIX), la sonrisa se borró de sus labios, y su expresión se tornó taciturna, distante, a años luz de Xalapa, de Veracruz, de México, de este mundo, y se resumió en sólo dos palabras: Misión cumplida.

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