jueves, 11 de febrero de 2010

Con los acordes de La Bamba reciben al Príncipe Andrés


  • “Thank you, dear Governor”, agradeció la bienvenida a Fidel Herrera Beltrán
  • Entusiastas alumnos del Cobaev agitaban banderas de México y el Reino Unido
  • Con puntualidad inglesa aterrizó en El Lencero el jet que lo condujo al estado
EL LENECERO, MPIO. DE EMILIANO ZAPATA, VER. 11 de Febrero de 2010.- Eran las 11 de la mañana cuando con puntualidad inglesa el Lear Jet con matrícula XC TJN se detuvo en la plataforma de arribo del aeropuerto El Lencero y de su interior descendió Andrew Albert Christian Edward Mountbatten-Windsor, Duque de York, Conde de Inverness y Barón de Killyleagh, cuarto en la línea de sucesión al trono británico, para visitar, por primera vez, Veracruz.

Al pie de la escalinata del avión ya estaba el gobernador Fidel Herrera Beltrán, impecablemente vestido de traje negro, camisa blanca y su emblemática corbata roja, quien extendió afectuosamente su mano derecha para estrechar la diestra del príncipe, y con la izquierda, en un gesto de aprecio, sujetó el mismo antebrazo del noble británico quien también iba pulcramente vestido con un traje gris Oxford –no podía ser de otra manera- camisa azul cielo y una preciosa corbata color salmón.

El rubio príncipe iba acompañado por la embajadora del Reino Unido en México, la señora Judith Macgregor, también elegantemente ataviada con un traje sastre gris, resaltado por una colorida mascada que cubría su cuello en previsión de que el cambiante clima de los últimos días pudiera jugarle una mala pasada.

Atrás del Gobernador, adusto aunque tratando de esbozar una leve sonrisa en sus labios, el siempre serio Ranulfo Márquez Hernández, vestido con traje azul. ¿Por qué Ranulfo? se preguntaron algunos periodistas, y alguien les recordó que ha sido él, como experto en protección civil y primer secretario de esa dependencia, quien más se ha involucrado, junto con el Gobernador, en el tema de la protección al medio ambiente ante los percances ocurridos en instalaciones de gas y petróleo, y su preocupación por los efectos del cambio climático que ya no es un tema lejano, sino una realidad viva y tangible.
Se adivinó en los labios del Gobernador la expresión “Welcome to Veracruz, your highness” cuando estrechaba la mano del Duque de York, y este, a su vez, respondiendo “Thank you, dear Governor”, y con el brazo izquierdo extendido, el Ejecutivo estatal invitándolo a iniciar el breve recorrido de la plataforma al interior de la sala del recepción del aeropuerto a través de la alfombra roja, esa que en todo el mundo se utiliza para resaltar la importancia y calidad del personaje que realiza una visita.

Y en el recorrido se escuchaban los acordes de La Bamba, interpretada por Nematatlín (Los Cantores, en lengua totonaca), un grupo de la Universidad Veracruzana, cuna de otro tradicional grupo Tlen Huicani (Los Cantores, pero en lengua náhuatl) que para eso de la versada se pintan solos.

Y aunado al canto veracruzano por tradición, los gritos de alegría de 40 alumnas y alumnos del plantel número 35 del Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz (Cobaev) ubicado en la capital del estado, que agitaban banderas de México y el Reino Unido con tal entusiasmo, que el Duque de York, sonriente, volteó, se detuvo por un instante, y con su largo brazo izquierdo levantado y una amplia sonrisa los saludó y prosiguió su recorrido.

Igual gesto para fotógrafos y camarógrafos que, presurosos, no despegaban el dedo de sus cámaras para registrar gestos, actitudes y movimientos del Príncipe y el Gobernador. Fue entonces cuando el reportero cayó en la cuenta que muy cerca de Andrew Albert Christian Edward Mountbatten-Windsor, Duque de York, Conde de Inverness y Barón de Killyleagh, caminaba también un hombre alto, de traje gris, camisa blanca y corbata color uva, Robert Ord-Smith, el secretario privado de Su Alteza Real, atento a cualquier gesto o movimiento de este para de inmediato atenderle.

Fue muy breve la estancia del Duque de York y el Gobernador en la pequeña sala de recepción del aeropuerto El Lencero, apenas un par de minutos, antes de salir y abordar la camioneta que les trasladó al siguiente punto, la estación de compresión de gas Emiliano Zapata de Petróleos Mexicanos, muy cerca de la Casa de Piedra, otrora estancia donde a veces pasaba a refrescarse el general Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón luego de recorrer a caballo los alrededores de su hacienda El Lencero, la misma desde donde en la planta alta, una tarde de noviembre de 1838, escuchó el rugir de los cañones de la armada de Francia bombardeando al puerto de Veracruz, lo que le hizo partir al galope hasta ese puerto para ofrecerse a encabezar la defensa de esa cuatro veces heroica ciudad.

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