* Durante más de 50 años mostró en exposiciones itinerantes su acervo a los capitalinos
* Cuenta con dos bombas de vapor, una de 1878 y otra de 1885
Xalapa, Ver., 22 de agosto de 2012.- El Museo del Bombero de la capital veracruzana alberga un acervo histórico único en el país y en el mundo; su lenta constitución como resguardo de la historia de los tragafuegos comenzó en 1941, cuando el sexto comandante del H. Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México, Artemio Venegas Mancera, entregó a la estación xalapeña una bomba de agua de 1885 movida a vapor y de fabricación inglesa.
Durante más de 50 años se fue enriqueciendo y mostrado a los xalapeños en exposiciones itinerantes, hasta que se contactó con un importante donante, cuya impresionante colección, de cientos de piezas únicas, logró finalmente comenzar un modesto proyecto en sus orígenes, que tardó 60 años en volverse realidad: el Museo en Honor a los Bomberos AC.
Inaugurado en 2004, cuenta con una impresionante colección de cascos, bombas, extintores, boquillas, hachas y demás objetos que datan desde principios del siglo XIX, pero sin duda, sus “joyas” son dos bombas, la primera, donada por el comandante, fabricada en Inglaterra por Merryweather and Sons, de la que sólo hay un puñado, la única en México e incluida en el catálogo del Museo Vigili del Fuoco en Italia.
La segunda, francesa, movida igualmente por vapor, fabricada en 1878 por el ingeniero A. Thirion es igualmente una verdadera pieza de museo, pues según cuenta el segundo comandante del Cuerpo de Bomberos de Xalapa, José Luis Pérez Bustos, no se tiene registro de que exista otra igual en el mundo.
Las piezas han llegado poco a poco, cuenta. “Tanto las personas que han pasado por este cuerpo, los mismos bomberos veteranos, como el anterior comandante Ernesto Flores Tlapa, por su comunicación, sus amistades, por la hermandad que existe a nivel nacional y mundial con los cuerpos de bomberos… así como la iniciativa privada… es que hemos ido adquiriendo estas piezas, algunas invaluables”.
Muchos objetos que exhiben en este museo son herramientas que han ido quedando en desuso, como una bomba manual de agua que usaba el departamento desde su fundación, en 1938.
En aquellos tiempos, explica el segundo comandante, no había el presupuesto para adquirir camiones ni carretas, entonces, los integrantes de la Compañía de Bomberos, como se hacía llamar, paraban un taxi con un estribo más salido, los llamados cocodrilos, subían esta bomba en la parte de atrás, cargaban escaleras y cubetas, y de esa manera se combatían los incendios.
Otras de las “joyas” del museo es un híbrido de principios del sigo XX que a base de una combinación de sustancias químicas como ácido sulfúrico o muriático, provocaban grandes cantidades de CO2 para generar una presión adecuada para aventar el chorro de agua que ayudara a apagar los siniestros.
Es híbrida , explica, porque le tocó el cambio de carreta a motor de combustión, así que al chasis de madera se le adaptó uno, y se le realizaron una serie de modificaciones para adecuarlo a la necesidades de los apagafuegos.
Su colección de más de un centenar de cascos es igualmente fantástica; de gran variedad de países como Francia, Japón, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Canadá, Alemania, Italia, Austria y Estados Unidos, los hay de aluminio, de bronce, de hierro, de cuero hechos a mano en México, cascos militares alemanes e ingleses adaptados al bombero de la segunda guerra mundial.
Sin duda, la colección de cascos de los países sajones es la más interesante, por sus barrocos acabados, y en algunos ejemplares el detalle pareciera más que para un bombero, para un jerarca o la realeza.
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