lunes, 15 de noviembre de 2010

Como Murillo Vidal, Fidel Herrera Beltràn establece un parteaguas antes y después de su mandato.


+Se recordó el 24 aniversario del fallecimiento de don Rafael Murillo Vidal.

XALAPA, VER. 14 de Noviembre de 2010.- Así como el gobierno de Rafael Murillo Vidal marcó un parteaguas en su tiempo al implantar la doctrina de la tolerancia como una forma de ejercicio del poder público, caracterizándose por ser un aglutinador de voluntades, conciliador por encima de todo y un político con vocación de justicia, caballeroso, cortés, atento pero firme y siempre cercano al pueblo, Fidel Herrera Beltrán también establecerá en Veracruz un parteaguas antes y después de su mandato.
Y ello será porque Fidel Herrera Beltrán ha ejercido el mando que le confirieron los veracruzanos con dedicación, entrega, pasión, obsesión incansable por ayudar y estar cerca del pueblo en todo momento, pues ni lluvia, ni lodo, viento, sol o frío, ni nada lo han detenido nunca.

Estos conceptos fueron vertidos la mañana de este domingo por Rubén Darío Mendiola Solano, secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública al pronunciar el discurso de la ceremonia luctuosa con la cual se recordó que hace 24 años falleció quien fuera Gobernador de Veracruz en el período 1968-1974 y fuera un maestro de la política que practicó con discreción el ejercicio del mando y puso especial énfasis en el respeto a las instituciones.

Encabezados por el gobernador Herrera Beltrán, funcionarios de los gobiernos estatal y municipal, asi como representantes de los Poderes Legislativo y Judicial, y autoridades militares, homenajearon al político nacido en San Andrés Tuxtla que a lo largo de su vasta carrera en el servicio público atendía por igual al poderoso que al humilde, al que le pedía ayuda que al que le ofrecía colaboración, igual que lo ha hecho a lo largo de su régimen el político de Nopaltepec que, destacó el orador, se inició muy joven en la vida política del estado como orador de la campaña de Murillo Vidal para alcanzar la gubernatura.

En su semblanza, Rubén Darío Mendiola Solano enfatizó que don Rafael, como respetuosamente se le conocía, fue un hombre que ejerció el mando sin resentimientos ni soberbia, no fue un mercader de la política ni un improvisado, y siempre buscó unificar, intentado plasmar en todos sus actos la decisión más conveniente a los intereses del pueblo.

Murillo Vidal, al igual que Herrera Beltrán, convivía con la gente paseando por el parque Juárez, y proyectaba serenidad porque emanaba de su esencia. Su carácter bonancible no entrañaba debilidad, sino confianza, y aconsejaba que en la tarea de gobernar debía proscribirse la improvisación, por lo que creía en la capacitación como una constante.

En el ejercicio del poder adoptó el estilo de la sencillez y de la discreción, y manifestó que el erario público no debía ser botín sino máxima responsabilidad, y a lo largo de su existencia vivió con el decoro que le impusieron los honorarios de los puestos públicos que ocupó, desterrando la vanidad y luchando porque los aduladores no le hicieran creer que era un fuera de serie.

El Ejecutivo estatal, acompañado del presidente de la mesa directiva de la LXII Legislatura, diputado Eduardo Andrade Sánchez y otras autoridades civiles y militares, colocó una ofrenda floral y montó guardia de honor ante el monumento al licenciado Rafael Murillo Vidal para concluir la ceremonia.

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