+Se recordó el 24 aniversario del fallecimiento de don Rafael Murillo Vidal.
XALAPA, VER. 14 de Noviembre de 2010.- Así como el gobierno de Rafael Murillo Vidal marcó un parteaguas en su tiempo al implantar la doctrina de la tolerancia como una forma de ejercicio del poder público, caracterizándose por ser un aglutinador de voluntades, conciliador por encima de todo y un político con vocación de justicia, caballeroso, cortés, atento pero firme y siempre cercano al pueblo, Fidel Herrera Beltrán también establecerá en Veracruz un parteaguas antes y después de su mandato.

Estos conceptos fueron vertidos la mañana de este domingo por Rubén Darío Mendiola Solano, secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública al pronunciar el discurso de la ceremonia luctuosa con la cual se recordó que hace 24 años falleció quien fuera Gobernador de Veracruz en el período 1968-1974 y fuera un maestro de la política que practicó con discreción el ejercicio del mando y puso especial énfasis en el respeto a las instituciones.
Encabezados por el gobernador Herrera Beltrán, funcionarios de los gobiernos estatal y municipal, asi como representantes de los Poderes Legislativo y Judicial, y autoridades militares, homenajearon al político nacido en San Andrés Tuxtla que a lo largo de su vasta carrera en el servicio público atendía por igual al poderoso que al humilde, al que le pedía ayuda que al que le ofrecía colaboración, igual que lo ha hecho a lo largo de su régimen el político de Nopaltepec que, destacó el orador, se inició muy joven en la vida política del estado como orador de la campaña de Murillo Vidal para alcanzar la gubernatura.
En su semblanza, Rubén Darío Mendiola Solano enfatizó que don Rafael, como respetuosamente se le conocía, fue un hombre que ejerció el mando sin resentimientos ni soberbia, no fue un mercader de la política ni un improvisado, y siempre buscó unificar, intentado plasmar en todos sus actos la decisión más conveniente a los intereses del pueblo.

En el ejercicio del poder adoptó el estilo de la sencillez y de la discreción, y manifestó que el erario público no debía ser botín sino máxima responsabilidad, y a lo largo de su existencia vivió con el decoro que le impusieron los honorarios de los puestos públicos que ocupó, desterrando la vanidad y luchando porque los aduladores no le hicieran creer que era un fuera de serie.

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